...con el corazón, la mirada cómplice y la palabra silenciosa, el aspersor de estrellas esboza una constelación...

lunes, 24 de octubre de 2011

Alza vuelo esperanza, vuela.


Y cuando te levantes,
mantente en el aire, fuerte.
No tambalees, 
elévame también a mí...

Danzante

Caminaba lento, 
como si cargara con un peso enorme.
Tenía las mejillas rojas, 
quemadas por el frío y el sol de altura.
Avanzaba sola por una carretera olvidada.

Tenía el pelo exageradamente largo; 
para ella, en él se depositaban sus sueños, 
sus pensamientos y sus recuerdos.
Cuando se le caía un pelo, o dos, 
los guardaba en la faja de su falda, 
y seguía caminando, 
hasta que encontrara un espacio físico donde pudieran descansar.

A veces, ella se sentía sola, 
quizá realmente estaba sola. 
Cuando la conocí, 
nadie hablaba ya su idioma, 
nadie vivía ya su mundo, 
nadie danzaba ya con ella. 

A pesar de su soledad, 
que la torturaba a veces, 
tenía una verdad por compañía.
Y un rostro que si pudiera leerse,  
¡ay dios mío!, cuánto sabría el mundo.